Puntos legales en la constitución de empresas en Japón: Autoridad de los promotores, aceptación de activos y explicación de los pagos en apariencia

La constitución de una empresa es el primer paso para iniciar un nuevo negocio. En esta etapa crucial, el papel central lo desempeña el “promotor”. Sin embargo, las facultades del promotor no son ilimitadas. La ley de sociedades japonesa (Japanese Companies Act) establece ciertos límites a las facultades del promotor para proteger a la empresa que se está constituyendo, a los futuros accionistas y a las contrapartes en las transacciones. En particular, en el proceso de formar la base patrimonial de la empresa, se han establecido reglas estrictas. El proceso de constitución de una empresa no es simplemente una serie de trámites administrativos, sino un acto de construir una base legal que afectará la solidez futura del negocio. Para prevenir los riesgos legales que pueden surgir en este proceso, es esencial comprender con precisión las regulaciones establecidas en la ley de sociedades.
Uno de estos aspectos es la “adquisición de activos”. Se trata de un contrato en el cual el promotor se compromete a adquirir ciertos bienes para la empresa después de su constitución. Dado que esto conlleva el riesgo de dañar injustamente los activos de la empresa, la ley de sociedades japonesa exige procedimientos estrictos, como la inclusión en los estatutos o la inspección por parte de un auditor nombrado por el tribunal. Si se descuidan estos procedimientos, el contrato puede ser declarado nulo, lo que tiene graves consecuencias legales.
Otro tema importante es el “pago simulado de capital”. Esto se refiere a actos que crean la apariencia de que el capital social ha sido pagado, falsificando así la base patrimonial de la empresa. La jurisprudencia japonesa ha establecido que, incluso si se ha cometido tal acto fraudulento, mientras haya un movimiento formal de dinero, el pago en sí es válido. Sin embargo, los promotores y directores involucrados no solo tienen la obligación de pagar nuevamente el dinero a la empresa, sino que también pueden ser sujetos a sanciones penales.
Este artículo se centra en tres temas importantes en la ley de sociedades japonesa (Japanese Companies Act) durante la constitución de una empresa: “el alcance de la autoridad del promotor”, “los requisitos legales para la adquisición de activos” y “las consecuencias legales del pago simulado de capital”. Estas regulaciones son esenciales para asegurar el principio de una adecuada capitalización, que es la base para la operación saludable de la empresa.
La Autoridad y el Alcance de los Promotores de una Compañía Bajo la Ley Japonesa
En el proceso de establecer una compañía, los promotores juegan un papel central. Según el Artículo 25, Párrafo 1 de la Ley de Compañías de Japón (日本の会社法), los promotores son definidos como aquellos que crean los estatutos, que son las reglas fundamentales de la compañía, y firman o sellan estos documentos. Los promotores tienen la autoridad para realizar los actos necesarios para establecer la compañía, actuando como órganos de una “compañía en formación” que aún no existe legalmente.
Esta autoridad incluye la creación de los estatutos, la decisión sobre los tipos de acciones a emitir durante la fundación, la suscripción de acciones para convertirse en accionistas, la elección de directores y auditores en el momento de la fundación, y la designación de instituciones financieras para depositar el capital pagado de las acciones. Todos estos son actos esenciales para dar nacimiento legal a la compañía y ponerla en condiciones de iniciar sus operaciones.
Sin embargo, la autoridad de los promotores está limitada exclusivamente al objetivo de “establecer la compañía”. Los actos que excedan este alcance no se atribuyen, en principio, a la compañía una vez establecida. Por ejemplo, iniciar las actividades comerciales que debería realizar la compañía después de su establecimiento, antes de que la compañía se haya formado, generalmente se considera fuera del alcance de la autoridad de los promotores. Esto podría incluir la compra en masa de productos, contratos de arrendamiento a largo plazo de bienes inmuebles para el negocio, o la toma de préstamos sustanciales.
La determinación de si los actos de un promotor están dentro del alcance de su autoridad se basa en si son objetivamente necesarios para la fundación como “actos de preparación para la apertura”. En este punto, la decisión de la Corte Suprema de Japón del 18 de septiembre de 1973 (昭和48年) proporciona una guía importante. Esta decisión estableció que incluso los actos de una compañía en formación, si están dentro del alcance de su objetivo y son objetivamente necesarios como actos de preparación para la apertura, se atribuirán a la compañía una vez establecida. Por el contrario, los derechos y obligaciones que surgen de transacciones que exceden este alcance se atribuyen, en principio, al promotor individual que realizó el acto, y la compañía establecida no está vinculada por ellos. Por lo tanto, los promotores deben prestar atención constante para asegurarse de que sus actos permanezcan dentro del alcance del objetivo de establecimiento.
Requisitos Estrictos para la Aceptación de Propiedades Bajo la Ley de Compañías Japonesa
Para asegurar la base patrimonial de una empresa, la Ley de Compañías de Japón establece regulaciones especiales cuando se aportan bienes distintos al dinero como capital o cuando los bienes de la empresa se forman a través de transacciones específicas. Uno de estos es la “aceptación de propiedades”.
La aceptación de propiedades, según lo estipulado en el Artículo 28, Inciso 2 de la Ley de Compañías de Japón, se refiere al contrato en el cual los promotores de una empresa acuerdan recibir ciertos bienes de un tercero específico, condicionado a la constitución de la empresa. Esto incluye, por ejemplo, el compromiso previo de comprar bienes inmuebles o maquinaria que se utilizarán en el negocio después de la fundación de la empresa, de una persona específica.
Aunque la aceptación de propiedades es similar a la aportación en especie (donde se aportan bienes en lugar de dinero), legalmente son diferentes. La aceptación de propiedades presupone un proceso de dos etapas: primero se recibe el pago en dinero de los accionistas y luego se utiliza ese dinero para comprar los bienes específicos.
La razón por la cual la Ley de Compañías de Japón impone regulaciones estrictas a la aceptación de propiedades es para proteger el principio de fortalecimiento del capital de la empresa. Si se celebra un contrato para adquirir propiedades a un precio injustamente alto, los bienes de la empresa se reducirían sustancialmente, lo que podría perjudicar a otros accionistas y a los acreedores de la empresa. Para prevenir tales situaciones, la aceptación de propiedades, como un “asunto de establecimiento anómalo”, no será efectiva a menos que cumpla con los siguientes estrictos requisitos legales:
En primer lugar, se debe especificar en los estatutos de la empresa los bienes que se recibirán, su valor y el nombre o la denominación del transferente (Artículo 28, Inciso 2 de la Ley de Compañías de Japón). Los contratos de aceptación de propiedades que no figuren en los estatutos no tendrán efecto.
En segundo lugar, en principio, el valor de los bienes especificados en los estatutos debe ser objeto de una investigación por un inspector nombrado por el tribunal (Artículo 33, Párrafo 1 de la Ley de Compañías de Japón). El inspector evalúa el valor de los bienes desde una posición objetiva y reporta los resultados al tribunal.
Sin embargo, no siempre es necesaria la investigación del inspector. El Artículo 33, Párrafo 10 de la Ley de Compañías de Japón establece las siguientes excepciones:
- Cuando el valor total de los bienes especificados en los estatutos no exceda los 5 millones de yenes.
- Cuando los bienes que se recibirán sean valores con precio de mercado y el valor especificado en los estatutos no exceda ese precio de mercado.
- Cuando se haya obtenido una certificación (incluida la evaluación del valor) por parte de profesionales como abogados, contadores públicos certificados o asesores fiscales, que acredite que el valor especificado en los estatutos es razonable.
Los contratos de aceptación de propiedades que no cumplan con alguno de estos estrictos requisitos serán legalmente inválidos. Esta invalidez es absoluta y no se puede validar posteriormente, ni siquiera con la aprobación de la junta general de accionistas. Por ejemplo, el fallo del Tribunal de Distrito de Tokio del 27 de febrero de 1991 (1991) reconoció claramente la invalidez de la aceptación de propiedades que no figura en los estatutos. Por lo tanto, es de suma importancia cumplir con estos requisitos legales al planificar la adquisición de ciertos bienes en el momento de la fundación de una empresa.
Riesgos y Consecuencias Legales del Pago Simulado en Japón
El capital social de una empresa constituye la base de su actividad empresarial. Por ello, la ley de sociedades japonesa (Japanese Companies Act) impone a los promotores y suscriptores de acciones la obligación de pagar en efectivo el valor de las acciones suscritas. Sin embargo, el acto de evadir esta obligación de pago mediante prácticas fraudulentas, conocido como “pago simulado”, representa un problema.
El pago simulado se refiere a un conjunto de actos que, aunque aparentan haber completado el pago, en realidad no aseguran los activos de la empresa. Un método típico es el “acuerdo de depósito”, en el que el promotor conspira con la entidad encargada de manejar los pagos (como un banco), toma prestado dinero de dicha entidad para cumplir con el pago y, una vez completado el registro de la empresa, devuelve inmediatamente el préstamo. Como resultado, aunque el monto correspondiente al capital social se deposita temporalmente en la cuenta bancaria de la empresa, se retira de inmediato, por lo que los activos de la empresa no se forman sustancialmente.
Este tipo de prácticas son problemáticas porque la base patrimonial de la empresa se convierte en algo sin sustancia real, dañando gravemente el principio de solidez del capital, que es fundamental para el crédito de la empresa.
Curiosamente, el sistema legal japonés regula las consecuencias legales del pago simulado desde dos perspectivas. En primer lugar, en cuanto a la validez del pago en sí, se considera válido. Desde la sentencia de la Corte Suprema de Japón del 6 de diciembre de 1963 (Showa 38), la jurisprudencia japonesa ha mantenido consistentemente que, incluso si el dinero es un préstamo que se planea devolver de inmediato, el pago se considera válido si realmente ha habido una transferencia de dinero. Esta perspectiva protege la seguridad de las transacciones y se ha mantenido en el artículo 64, párrafo 1, de la ley de sociedades japonesa actual.
Sin embargo, el hecho de que el pago sea válido no exime a los promotores de su responsabilidad. Al contrario, se les impone una responsabilidad severa. El artículo 64, párrafo 1, de la ley de sociedades japonesa establece que los promotores y directores en el momento de la fundación que participen en un pago simulado son solidariamente responsables de pagar a la empresa el monto equivalente al pago. Esta disposición tiene como objetivo compensar los activos perdidos por la empresa debido al acto simulado y asegurar sustancialmente el capital.
Además, el pago simulado no solo conlleva responsabilidad civil, sino que también puede ser objeto de sanciones penales. Hacer que la entidad encargada de los pagos emita un certificado de depósito falso puede constituir un delito de falsificación de documentos públicos auténticos según el artículo 157, párrafo 1, del código penal japonés (Japanese Penal Code). Además, el artículo 965 de la ley de sociedades japonesa establece severas sanciones para actos como realizar acuerdos de depósito con el propósito de simular un pago, imponiendo una pena de hasta cinco años de prisión, una multa de hasta cinco millones de yenes o ambas. De esta manera, el pago simulado, como un acto fraudulento que socava los cimientos de la empresa, está estrictamente regulado desde un punto de vista civil y penal.
Comparación entre la Aceptación de Propiedades y la Contribución en Especie bajo la Ley Japonesa
La aceptación de propiedades y la contribución en especie tienen en común que ambas se relacionan con la base patrimonial de una compañía y, debido al riesgo que representan para la solidez del capital, están sujetas a regulaciones estrictas (elementos de establecimiento anómalos) bajo la ley de compañías de Japón. Ambas requieren una mención en los estatutos y, en principio, una inspección por parte de un inspector. Sin embargo, su naturaleza legal y sus objetivos son distintos.
La contribución en especie se refiere al acto de aportar bienes en lugar de dinero, como bienes inmuebles, valores negociables o derechos de propiedad intelectual, por parte de los promotores, entre otros. Su propósito es permitir que aquellos que poseen activos distintos al dinero participen en la gestión de la empresa aportando esos activos como capital. A cambio, se asignan acciones equivalentes al valor de los bienes aportados.
Por otro lado, la aceptación de propiedades implica un contrato en el que, sobre la base de un pago en efectivo, se utiliza el capital recaudado para comprar propiedades específicas de un vendedor específico. Su objetivo es asegurar de antemano las propiedades específicas que serán necesarias para el negocio después de la formación de la compañía. La contraprestación no son acciones asignadas, sino dinero pagado del capital suscrito.
Esta diferencia en la naturaleza legal distingue claramente la relación entre las dos. Mientras que la contribución en especie es un contrato entre el contribuyente y la compañía que se está formando, la aceptación de propiedades es un contrato entre los promotores y el transferente de la propiedad (un tercero). La siguiente tabla resume las principales diferencias entre ambas.
Ítem | Aceptación de Propiedades | Contribución en Especie |
Definición | Contrato en el que el promotor adquiere propiedades específicas, condicionado a la formación de la compañía. | Aportar bienes como bienes inmuebles o valores negociables en lugar de dinero. |
Artículo de referencia | Artículo 28, inciso 2 de la Ley de Compañías de Japón | Artículo 28, inciso 1 de la Ley de Compañías de Japón |
Objetivo | Asegurar de antemano propiedades específicas que serán necesarias después de la formación de la compañía. | Permitir que aquellos con activos distintos al dinero participen en la gestión de la empresa como capital. |
Partes involucradas | Promotores y el transferente de la propiedad (un tercero). | Promotores (o suscriptores de acciones) y la compañía que se está formando. |
Pago de la contraprestación | Después de la formación de la compañía, el pago se realiza con el capital suscrito. | Se asignan acciones. |
Regulación | Como elemento de establecimiento anómalo, se requiere mención en los estatutos e inspección por parte de un inspector. | Como elemento de establecimiento anómalo, se requiere mención en los estatutos e inspección por parte de un inspector. |
Efecto de la infracción | El contrato se vuelve inválido. | El procedimiento de contribución en especie se vuelve inválido y puede surgir la obligación de pagar en efectivo. |
Resumen
En este artículo, hemos explicado aspectos importantes de la constitución de empresas bajo la Ley de Sociedades de Japón, como el alcance de la autoridad de los promotores, los requisitos para la aceptación de bienes y los problemas de los pagos ficticios, basándonos en la legislación y jurisprudencia japonesas. Estas regulaciones constituyen la esencia de la protección de la base patrimonial de la empresa y la defensa de los intereses de accionistas y acreedores. En particular, los estrictos procedimientos para la aceptación de bienes y las severas sanciones civiles y penales contra los pagos ficticios demuestran la importancia que la ley de sociedades japonesa otorga al principio de “suficiencia de capital”. Comprender y cumplir con estas reglas es el primer paso hacia una gestión empresarial sana y sostenible. La constitución de una empresa no es simplemente un procedimiento formal, sino un proceso crucial para consolidar la base legal.
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